Hay quienes en estos momentos se debaten en el gran dilema de aguantar o buscar otro norte, otro rumbo, otra calidad de vida, aunque ello traiga como consecuencia el comenzar de nuevo, incluso aceptando dejar atrás la oficina que tanto trabajo ha costado llegar, dejando atrás la casa que tanto costó comprar y hasta el carro que tanto costó mantener, sin embargo esas son solo pequeñas cosas comparado a la calidad de vida que en la actualidad los venezolanos sufrimos para conseguir productos de primera necesidad, repuestos para mantener activo el parque automotor, medicinas para cuidar y cumplir con estrictos controles médicos, seguir girando la ruleta y que no te toque la única lotería que nadie desea ganar gracias a la delincuencia desbordada por los 4 rincones del país y pare usted de contar, muchos jóvenes se preguntan si sigue valiendo la pena luchar ya que lo único que han visto es esto que llaman "socialismo del siglo XXI" y que cada día lo que corrobora es el fracaso de sus políticas para darle a quienes vivimos en esta tierra calidad de vida, esos jóvenes que oyen esos cuentos de una venezuela muy distinta a la que ahora vivimos, que no era la mejor pero sí la más viable para aspirar a tener techo, comida y esparcimiento.
No quiero hacer de estas líneas un amargo momento de nostalgia e impotencia por lo que tuvimos y que nos hemos dejado arrebatar, pero debemos buscar la manera de devolverle a nuestros hijos parte de esa república que se nos perdió de vista para que el día de mañana no nos recriminen así como algunos lo hicimos con nuestros padres de no alzarse contra políticas que iban en contra de la nación, dicen que la historia es cíclica y si nosotros como hijos le pedíamos a nuestros padres lo menos que podemos hacer es hacerlo para que nuestros hijos no nos señalen de lo que pudimos hacer y no hicimos.
Vivir o sobrevivir, he ahí el dilema...
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